Entre 2011 y 2012 se llevan a cabo en Tlaxcala reuniones de organizaciones campesinas y de la sociedad civil con el objeto de fortalecer y apuntalar la recién aprobada Ley Agrícola de Fomento y Protección al Maíz como Patrimonio Originario, en Diversificación Constante y Alimentario para el Estado de Tlaxcala. Al mismo tiempo, los legisladores locales se reúnen con representantes del Programa Maestro de Maíces de México (PMMM), auspiciado por la Universidad Agraria Antonio Narro, denunciados por vínculos con la transnacional Monsanto.
El PMMM es un ambicioso proyecto de clasificación, recolección y resguardo de germoplasma de maíz, impulsado desde la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro de Saltillo, Coahuila. Tal como ha sido promovido por sus representantes, su estrategia innovadora combina el resguardo de semillas ex situ (en el banco de germoplasma de la Universidad Narro) con la conservación in situ, en las propias tierras de los campesinos.
Para esto habilitaron la figura de “custodios”, que no son otros que los propios campesinos a los cuales se les solicitó semilla para su clasificación y resguardo, y a quienes, a cambio, se les da un certificado de participación en el programa y de compromiso de los “custodios” a continuar con el cuidado de la semilla. En retribución de ambas cosas, el PMMM les promete un pago de monto variable que, va de un máximo de 3 mil pesos para un productor (un solo pago y en una sola exhibición), hasta ningún pago a la mayoría de los participantes en el programa.
En su origen, el PMMM determinó como estratégica la colecta de semillas de maíz en los estados de México, Chiapas, Hidalgo, Puebla, Oaxaca y Sinaloa, todos ellos con fuerte presencia de culturas indígenas y campesinas milenarias vinculadas al maíz. La inclusión de Tlaxcala en el programa fue tardía y circunstancial, debido a que en el estado de Oaxaca negaron el permiso para que ese programa realizara allí colectas.
De haber hecho un estudio previo detallado, se hubiesen dado cuenta de la importancia y trascendencia de Tlaxcala en la producción, selección y propagación de razas criollas de maíz. Pese a que el estado ocupa apenas el 0.02 por ciento del territorio nacional, un estudio hecho por María y Hernández en 2010 muestra que en Tlaxcala se cultivan 12 de las 59 razas nativas de maíz registradas en México (aproximadamente 20 por ciento), además de que una de ellas, la Zea maiz tunicata, parece ser endémica de Tlaxcala, y más específicamente del municipio de Ixtenco. Si a las 12 razas registradas por María y Hernández sumamos el palomero (que ellos no detectaron pero del cual el PMMM realizó colectas en Apizaco), el tunicata (que esos investigadores no contabilizaron en su informe final), el arrocillo (que había sido registrado en estudios anteriores y que nosotros detectamos en Ixtenco), y el dulce (también registrado en Ixtenco y que parece corresponder al grupo de maíces cónicos), la cifra de razas cultivadas en Tlaxcala ascendería a 16, casi una cuarta parte de todas las razas nativas de México. Esto sin contar con que el estudio de María y Hernández sólo realizó muestreos en 34 de los 60 municipios de la entidad y que, por alguna inexplicable razón, los municipios menos representados en la muestra son los del centro y sur del estado, precisamente aquellos que han sido asiento de la más antigua tradición indígena y campesina (campesindia) tlaxcalteca, íntimamente asociada al cultivo del maíz.
La participación de Agrobio y empresas ligadas a Monsanto en el financiamiento del PMMM hace pensar que estas empresas y centros de investigación buscan afanosamente, con fines de apropiación, la identificación de los portentos biotecnológicos (como el maíz mismo) conseguidos por los pueblos campesindios a lo largo de más de 2500 años de paciente experimentación, selección, protección y propagación. Las razas y variedades seleccionadas y mejoradas por éstos, además, han sido probadas por la navaja inexorable del tiempo, la historia y la cultura.
Ixtenco, centro de mejoramiento de maíz
Desde tiempos muy antiguos, Ixtenco tiene fama en el estado de Tlaxcala por producir semilla de maíz de muy alta calidad, por lo que resulta común para muchos agricultores de la región y el estado ir a comprar semilla allí. Esta fama ni es casual ni producto de una naturaleza especialmente benevolente. Antes, por el contrario, sus condiciones productivas son más bien adversas, al tiempo que heterogéneas. Las tierras de riego son casi inexistentes, sus suelos son pedregosos, inclinados y delgados en la parte alta del pueblo, y pobres aunque profundos en las partes bajas, sufre una alta afectación por heladas, registra terrenos de cultivo con alturas cercanas a los 3000 msnm, las horas de sol se reducen por la presencia del volcán y la vegetación arbórea, el temporal de lluvias es sumamente variable y errático, además de que padece un minifundismo altamente acentuado.
Pese a ello –o quizás debido a ello– pudimos identificar en 2013 en Ixtenco, siete razas y 21 variedades de maíz, cifra que, a decir de N. Barrera–Bassols (comunicación personal), es la más alta registrada en la literatura científica para una sola localidad. Lo más sorprendente es que tal riqueza en biodiversidad agrícola se registra en un territorio menor a 40 kilómetros cuadrados. Esto significa que en apenas el uno por ciento del territorio estatal, es posible encontrar cerca del 50 por ciento de todas las razas de maíz identificadas en el estado.
El secreto, pues, no está en la generosidad de la naturaleza, sino en la forma particular en que la cultura campesindia de Ixtenco ha logrado entender los secretos de las particulares condiciones ambientales de la localidad. El eje del conocimiento local sobre el entorno está en la caracterización cultural de sus tierras. En Ixtenco se reconocen tres o quizás cuatro tipos de tierras, diferenciadas fundamentalmente por su altura sobre el nivel del mar, el clima dominante y sus suelos característicos. En cada una de estas tierras o pisos ecológicos, se siembran especies y variedades diferentes de maíz, tal como lo muestra el cuadro 1.
Según sea el tipo de tierra sobre el que se trabaja, los campesinos de Ixtenco realizan diversos procedimientos para la selección, manejo, siembra, almacenamiento y propagación de la semilla. Dichos procedimientos van a adquirir características y secuencias diferentes, según se trate de semilla para la conservación, la siembra, el auto abasto, la artesanía o la venta hacia el mercado. Particularmente cuando la semilla se selecciona para la conservación y la siembra, en Ixtenco suelen moverla por los diferentes pisos ecológicos de la localidad, utilizando para ello las redes de relaciones familiares, de amistad y compadrazgo. Como nos dijo don Paty, habitante de Ixtenco:
“…la semilla tiene que conocer el clima de cada lugar lo mejor que se pueda. Sé que un año no es suficiente, quizá tampoco dos; pero es mejor sembrarla dos años seguidos en el mismo suelo, para que lo conozca de mejor forma, porque ella tiene que ir aprendiendo poco a poco… [Si] quiero que mi semilla aprenda qué tipo de suelo y clima hay en El Llano, pero como no tengo tierra, lo que hago es cambiarla con algún compañero que sí tenga […] Y lo mismo, la traigo a la tierra del pueblo, la siembro dos años y al siguiente, va para la montaña. Es que es como mandarlas a la escuela. Su escuela son las distintas tierras y no pueden parar de aprender… Pero al mismo tiempo nos enseñan; así que siempre estamos en la escuela”.
Baste lo anterior para indicar alguna de las rutas mediante las que los campesinos contribuyen a la generación y regeneración de la diversidad genética in–situ de las variedades locales de maíz, las mantienen y las propagan. En dichas estrategias resulta crucial la participación intelectual tanto de los agricultores en lo individual, como de sus familias y la comunidad local y regional. En conjunto forman un abigarrada “red de actores” que favorece la diversificación, conservación e intercambio de semillas, que al mismo tiempo generan una estrategia de vida diferente a la de la lógica reduccionista y mercantilista con que la agronomía académica aborda el tema de la conservación del germoplasma.
Enseñanzas y retos
Recordar los por qué de una controversia como esta resulta pertinente hoy en día, puesto que dicha ley fue olvidada por las legislaturas subsiguientes, que no han discutido ni aprobado la ley reglamentaria correspondiente; ni por los gobiernos estatales, que no han visto en su clausulado o en el espíritu de esa ley líneas claras de trabajo para la construcción de política pública orientada al fomento y protección del maíz nativo, ni han convocado a la integración del Consejo Estatal del Maíz, previsto en ella.
La experiencia obtenida en Ixtenco nos indica la urgencia de que organizaciones sociales y campesinas, gobiernos municipales y estatales, así como las diferentes legislaturas volteen nuevamente hacia sus raíces históricas y generen el marco legal para el diseño de un tipo de política pública que revalore y proteja las semillas nativas. Esta política debe contemplar:
a) Los principales enemigos del patrimonio biótico inmemorial tlaxcalteca son las estrategias y políticas reduccionistas, privatizadoras y homogeneizadoras que promueven los centros de desarrollo biotecnológico, que buscan, de un lado, apropiarse de esta herencia y, del otro, eliminarla del espectro productivo, como una forma de allanar el camino a sus semillas uniformes y estandarizadas, producidas en condiciones controladas y, por ello, de altísmo costo para reproducirlas en las condiciones típicas tlaxcaltecas, que se caracterizan por su alta variabilidad.
b) Concluir el trabajo de identificación y registro de las razas criollas de maíz en el estado, como una forma de prevenir su privatización. Para que este trabajo sea efectivo, los estudios deben incluir no sólo la caracterización en términos raciales de la semilla, sino también de las variedades locales, con atención especial a los usos específicos que tienen en cada localidad, pues la pervivencia de algunas de ellas está asociada a fiestas, guisos, procedimientos o rituales específicos, que son el motor, tanto para su conservación, como para la búsqueda de nuevas variedades.
c) De acuerdo con el Plan de Acción Mundial para la Conservación y la Utilización Sostenible de los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura, apoyar y reconocer a los mejoradores locales de semilla (nada de “custodios”), y fortalecer sus mecanismos de intercambio, de forma tal que se facilite el acceso de la semilla a los sembradores que las requieran, garantizando intercambios tanto comerciales como no comerciales.
Articulo publicado en:
"Maíces para la vida. Cultura y biodiversidad en Tlaxcala"
Por Pedro Antonio Ortiz Báez, Laura Oliva Muñoz Lara y Juan Espinoza Briones
La Jornada de Oriente 04-03-2016